EL
CUERPO ASTRAL SU FORMACIÓN Y SUS FUNCIONES
El cuerpo astral, cuerpo de Linga Sarira o periespíritu –como ustedes prefieran
llamarlo- es el cuerpo de las emociones, cuerpo de sensibilidad, cuerpo de
casuística o cuerpo de causa y efecto. Es cuerpo de causa y efecto por cuanto en
él se desencadenan los resultantes de la actuación de la entidad en la materia;
pues, él sobrelleva el peso de la sensibilidad, el sentir sus actos buenos y
malos.
Este cuerpo genera, en su esencia, todos los sentimientos con los cuales la
entidad manifiesta sus sensaciones emocionales que varían en una amplia escala
vibratoria; desde muy lentas y densas, como el odio, rencor, aversión, envidia,
calumnia, etcétera, hasta la más alta de Amor Puro. Por medio de este cuerpo la
entidad manifiesta su voluntad hacia el cuerpo físico y, al mismo tiempo,
influye en la sutilización del mismo, por cuanto le envía todos los
conocimientos que como entidad ha acumulado en sus muchas encarnaciones.
El cuerpo astral es el que genera y recibe todas las sensaciones y emociones de
la entidad durante las experiencias de ésta en su vida encarnada, y se las lleva
consigo para almacén de la entidad en su próxima encarnación. En el cuerpo
astral se guardan todos los recuerdos emocionales, los sentimientos de amor,
odio, soberbia, lujuria, avaricia, etc. , que son propios de este cuerpo; para
este fin es creado; y esa es su función en el conjunto que forma con la entidad
y el cuerpo físico en la encarnación. Su desarrollo y adelanto va en aumento
junto con el de la entidad y el cuerpo físico; por cuanto, igual que cuando la
entidad evoluciona hace evolucionar su cuerpo físico, estos no podrían
desenvolverse sin el cuerpo astral, que el nexo que comunica y trasmite a la
entidad las sensaciones de la materia e igual instruye al cuerpo físico según
las indicaciones de la entidad.
Así, la evolución de la entidad depende no sólo de que ésta forje mejor su
cuerpo físico, sino, al mismo tiempo, de que purifique su cuerpo astral, pues
cuanto más sentimientos elevados genere más elevado será su ritmo vibratorio y,
por ende, la trinidad será más compenetrada, más homogénea en su vibración y más
elevadas sus realizaciones en la encarnación.
La entidad se supera al superar sus limitaciones en el campo emocional. De esta
manera comienza a experimentar sentimientos más puros con más fuerza, con más
irradiación. Por ejemplo, la sensación de felicidad. Hay infinidad de formas y
limites de sentir felicidad, pero a mayor evolución del cuerpo astral, esa
sensación se hace más amplia –cambia- se hace plena –mayor-, ante el mismo
suceso, la misma experiencia, el mismo motivo. Pero, igual como se puede sentir
una cosa levemente por poca sensibilidad, una persona más sensible vibra con
ello en una amplitud mucho mayor. Sus tres cuerpos –entidad, cuerpo astral y
cuerpo físico- reaccionan diferente, asimilan más, comprenden más los alcances
de la experiencia emocional. Es el cuerpo astral el que distribuye la
experiencia emocional en los tres cuerpos, a cada uno según su función. La
entidad aprende de esta experiencia o suceso, el cuerpo astral, guarda la
emoción en sí, y el cuerpo físico experimenta los cambios que este
acontecimiento suscita durante la encarnación.
El cuerpo astral es el cuerpo en el cual la entidad cultiva –como en un sembrío-
todas las gamas sensibles en la escala emocional. Se forma en los inicios de la
encarnación con las primeras reacciones del cuerpo físico, en los primeros
intentos reencarnatorios de la entidad. Al comenzar la vida hominal en un
planeta, una entidad recién generada encarna en un cuerpo muy rústico, casi un
animal, menos evolucionado que los animales actuales. Su cuerpo físico es muy
poco sensible y viene con su trinidad material animal de cuerpo astral de la
materia o espíritu de la materia, cuerpo etérico o de energía y cuerpo físico de
muy baja vibración. Este cuerpo no tiene casi sensibilidad, sus reacciones son
instintivas, animalescas completamente; se rige por ciclos como el animal,. y
por el instinto –fuerza que prima mayormente al principio.
A medida que transcurren las encarnaciones, que son constantes y sin mucho
tiempo entre una y otra, la entidad va desarrollando, por la vicisitudes de esas
vidas tan duras y rudimentarias, ciertas emociones de muy baja calidad al
principio: como la emoción de la posesión, del mando, del dominio, etc, etc. que
dan origen a un cuerpo astral muy incipiente. La energía que da vida a la
creación del cuerpo astral. Estos sentimientos y emociones no son más que
algunas de las proyecciones de la entidad ante las experiencias que recibe su
cuerpo físico, que busca un elementos con que archivarlas para poder usarlas, y
va formando el cuerpo astral, que, a medida que se suceden los miles de años y
las encarnaciones, va ampliándose con el enorme caudal de emociones y
sentimientos que recibe en cada encarnación.
Al igual que el cuerpo físico, el cuerpo astral va evolucionando, va elevando su
frecuencia vibratoria, va cambiando de forma y color, va embelleciéndose a
medida que la entidad evoluciona. En este cuerpo se refleja los avances
positivos y negativos de la entidad –y un buen clarividente puede ver en él la
verdadera calidad espiritual de la persona encarnada. Su influencia sobre la
materia es mayor mientras mayor sea su desarrollo. Hay veces que la persona
viene con un cuerpo físico deficiente –para purgar un karma, un karma antiguo-,
pero es una entidad evolucionada con un cuerpo astral muy amplio, con
tonalidades de amor, espiritualidad, etc. etc. Esta persona, aún siendo fea o
defectuosa, se verá hermosa y atractiva a los demás, por cuanto su cuerpo astral
le dará cierto efluvio que le proporcionará esa belleza interna que es la fuente
de la verdadera hermosura. Así mismo, hay personas que nacen muy perfectas en la
materia, pero su aura es tan poco positiva que a medida que van pasando los años
ese físico va reflejando la oscuridad del cuerpo astral (porque no sienten amor
en el corazón de la materia).
El cuerpo astral es el primer cuerpo que se forma de la experiencia de la
entidad en el mundo físico, por las actuaciones de su materia durante las
encarnaciones. Este cuerpo se va desenvolviendo lentamente y va desarrollando
sus características junto con el avance de su entidad en el proceso
reencarnatorio. No hay evolución de la entidad, en cualquier sentido que fuere
que no conlleve el desarrollo de sus otros cuerpos en una u otra forma. Así, una
entidad muy evolucionada tiene, por ende, un cuerpo astral muy sensible y
amplio, con una materia adaptada a esa evolución.
El cuerpo astral no permanece en el planeta cuando desencarna la entidad; sale
con ella y pasa al plano en el cual se desenvuelve y en el que es materia
sólida, por cuanto todo es de esa misma frecuencia vibratoria. El mundo astral
es su mundo, en el cual vive –como materia de la entidad- hasta que junto con
ésta baje a desarrollarse en otra encarnación.
El cuerpo astral siendo de una esencia vibratoria diferente a la materia no
tiene el proceso de envejecimiento, aún cuando, junto con la entidad, acompaña a
la materia a veces hasta la decrepitud. Al liberarse de la materia y pasar a su
plano recupera toda su energía, y su figura será la de su encarnación en el
momento de mayor desenvolvimiento y plenitud. El único proceso del cuerpo astral
es el de desarrollo, tanto en amplitud de irradiación como en sensibilidad.
El cuerpo astral va evolucionando junto con la entidad, de encarnación en
encarnación en el mundo físico y de plano en plano en el mundo astral. Para
ayudar a la evolución del cuerpo astral durante la encarnación, la entidad tiene
que proponerse desarrollar todos los sentimientos positivos, en sí mismo y en
relación con los demás. Entonces va condicionándose para emitir con su cuerpo
astral frecuencias de alta vibración como los afectos, la ternura, fé,
confianza, amistad, rectitud, verdad, etc, etc, que van creciendo en su interior
y desarrollándose para forma parte integral de ella, y así contribuír al
desarrollo y expansión de su mundo anímico. Así desarrollando el cuerpo astral,
este avance lo hace suyo la entidad, el cual se refleja en su materia con un
sútil pero perceptible cambio en su frecuencia vibratoria.
Es importante en ustedes el desarrollo del cuerpo astral, mediante prácticas de
buenos pensamientos de Amor Puro no condicionado, de sentimientos fraternales,
de afectos, de todos los sentimientos positivos de alta frecuencia vibratoria;
que con su frecuente empleo formen parte de ustedes y habrán dado un paso
gigante en vuestra evolución como entidades. Al desencarnar con un cuerpo astral
mucho más evolucionado, éste está apto, por su frecuencia vibratoria, a que os
conduzca a un plano más alto en el que podreís desarrollar con más facilidad
vuestras aptitudes y facultades. Al volver a encarnar lo haréis en un cuerpo
adaptado a vuestro adelanto astral, más sensible más sutilizado, más apto para
que la entidad desarrolle un aprendizaje de calidad espiritual acorde a la
evolución que ya lleva –para ir así limando las aristas que le quedan, como un
diamante casi completamente tallado que refleja ya bastante luz a su alrededor.
Así iréis elevando y superando vuestros karmas, y podréis ir cogiendo la línea
perpendicular que os acerca a vuestra Chispa Divina, a vuestro contacto con el
PADRE, para con paso de gigantes, cada vez mayores, ir cumpliendo vuestros
ciclos de evolución en la materia, hasta que, completa ya la evolución de ésta,
la dejéis y paséis a vivir en los mundos de armonia, en los mundos de vida
astral, que son mundos mucho más evolucionados que los vuestros. Ahí usaréis el
cuero astral en vuestras encarnaciones, y tendréis para vuestro desarrollo otros
planos vibratorios de más amplitud, planos más sutiles. En esta forma iréis
escalando la senda que os conduzca al PADRE, de paso en paso; hasta que os
integréis a EL, habiendo contribuido en cada uno de ellos al engrandecimiento de
la Creación.